La centralización de los espacios de trabajo y de las instituciones educativas, principales lugares de concentración de la población, provocan que las personas recorran grandes distancias diariamente, lo que implica, un gasto económico en transporte y perdida de tiempo en traslados. Sumado a esto, el encarecimiento de la vida y el aumento en los costos de vivienda, hace imposible para muchas personas poder pagar una cuota alta de alquiler. Por ello, las principales ciudades en el continente europeo y asiático han impulsado el modelo de viviendas tipo colmena, una solución de emergencia para una emergente necesidad. Estas viviendas son espacios de no más de cuatro metros cuadrados y compartidos, caracterizados por su bajo costo y habitados principalmente por empleados o estudiantes que no pueden pagar un alquiler completo y, de quienes se espera, estén una temporada corta o la necesaria, pues estos no están diseñados para la habitabilidad permanente. Tal es el caso de los Goshiwon en corea, donde la mayoría de sus habitantes son estudiantes, extranjeros y adultos mayores que no pueden pagar un alquiler más alto. En el caso de México, la tendencia de mayor relevancia son los alquileres compartidos, aunque el espacio es un poco más amplio, sigue siendo compartido, con lo que se ha denominado hoy como “romies” compañeros de vivienda. Esta es una tendencia que va en crecimiento, dado las necesidades de empleo y educación, pero sobre todo, como una respuesta al encarecimiento de la vida en las grandes ciudades y la desigualdad salarial.
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